domingo, 18 de diciembre de 2011

EL FUTBOL: Enfermedad sin cura

Levantarse desde las 5 am para alistar todo lo necesario para el largo día.
Boletos, camiseta, algo de comer y una gorra para protegerse del sol.
Rumbo al estadio.

Llegar al estadio a las 6.30 y descubrir que a esa hora ya hay gente que ha llegado mas temprano que tú te recuerda que no eres el único enfermo de FUTBOLITIS en el mundo. Y que la cura aun es desconocida.

Te sientas y comienza la espera.

Tu compañero de fila de pronto es tu amigo, y ambos planifican las jugadas del día y la posible alineación para el partido. No son directores técnicos, tampoco han estudiado el futbol, pero han visto el futbol desde que comenzaron a tener uso de razón y han alentado a su equipo todo el año, que saben como juega cada jugador. No son adivinos, pero pronostican el resultado.
Las puertas se abren e ingresas al templo del futbol, 40000 almas vistiendo el color de la camiseta de tu equipo favorito, eso te recuerda una sola cosa: si las fronteras dividen las naciones, EL FUTBOL LAS REUNE NUEVAMENTE.

Se escuchan los bombos, tambores, los gritos de la hinchada ubicada en la general, donde hay todo tipo de personas, ricos, pobres, ladrones, gente común, familias, etc. Recordando otra gran verdad: El futbol derriba las clases sociales.

El partido comienza y tus cambios de ánimos son extraños. Te alegras, te asustas, te pones nervioso, reclamas, sientes los golpes de los jugadores como si fueran a ti que te los hicieran, hasta que todo se resume en un solo grito que desata tu euforia contenida: GOOOOLLL!!!!
Las horas de espera se desaparecieron, abrazas al desconocido que esta alado tuyo como si fuera un amigo de toda la vida, y sobre todo, el único sentimiento que tienes es felicidad.

Los dos lados de la moneda en un mismo lugar, los que celebran y los que maldicen. Los que sonríen y los que aprietan los puños de la impotencia de ver como el equipo rival gana el partido.

Dicen que las heridas de los soldados que ganan la guerra sanan más rápido de aquellos soldados que la perdieron. En el futbol esto es válido. Los hinchas del equipo ganador no sienten el cansancio del trajín del día, pero los hinchas derrotados cuentan hasta el dinero que gastaron.

Definitivamente el futbol une a las personas, derriba las fronteras, genera polémica, y sobre todo, es una enfermedad que no tiene cura.

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